Esta forma de preparar estos tubérculos la aprendí hace muchos años en Menorca, donde pasé una larga temporada, comiendo en un chiringuito playero, después de unos baños en una de las calas de la isla, de arenas finas y aguas transparentes.
El menú estaba compuesto de una ensalada de lechuga, pepino cortado muy fino, cebolleta tierna y unas aceitunas partidas; las patatas asadas (2 por ración, tamaño mediano) y unos pescaditos fritos de la zona.
Me gustaron por la sencillez del plato, la rapidez de preparación y por lo buenas que las encontré. La mezcla de ingredientes, cada uno aportando su toque particular, era una combinación perfecta de texturas, sabores y color.
Para prepararlas necesitaremos:
- Patatas blancas tamaño mediano
- Cebolletas tiernas
- Sobrasada de calidad
- Aceite de oliva virgen
- Sal y pimienta
- Miel
Lavaremos las patatas bajo el grifo para quitarles posibles restos de tierra. Podemos cocerlas en abundante agua con sal, a modo “papas arrugás” de Canarias, envolverlas en papel film y al microondas (10 minutos aprox.) o al horno, bien sobre una fuente o envueltas en papel de aluminio, a una temperatura de 180º durante 40-50 minutos, dependiendo de cada horno.
Cortaremos las cebolletas en tiras finas y en sartén con 3 cucharadas de aceite de oliva las saltearemos con un poco de sal y pimienta, para que pierdan un poco la rigidez (5 minutos a fuego medio) removiendo continuamente. Retiraremos del fuego y reservaremos en un plato.
Cuando las patatas estén blandas, las abriremos por la mitad y la iremos poniendo en una fuente de horno. Marcaremos una cruz con la punta de un cuchillo en cada mitad de patata para que penetren los aceites. Encima pondremos la cebolleta salteada. Sobre la cebolleta, una buena cucharada de sobrasada, tapando la superficie y terminaremos aliñando con un chorrito fino de miel por encima de la sobrasada.
Calentaremos el gratinador a 220º. Introduciremos la fuente en el horno durante 5 minutos, únicamente para que la sobrasada suelte los aceites y se fundan sobre la patata. El resultado tiene que ser: la patata blanda y jugosa, el crujiente de la cebolleta y el sabor dulzón de la sobrasada gratinada.
Pueden servir como primero o entrante y también de guarnición de una carne a la brasa en una barbacoa. Buen provecho, amig@s!
esto si que es un tapa deliciosa, pronto vas a ver una propuesta que te recordará.. més que bona!!
ResponderEliminarHola Cuina, gracias por tu visita y saludos calurosos!
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