Este tipo de dieta, conocida también como paleo-dieta, dieta
de las cavernas o dieta de la edad de piedra se basa en la manera en que se
nutrieron nuestros ancestros en el periodo Paleolítico, con una duración
estimada de unos 2,5 millones de años. El periodo acabó con el descubrimiento y
posterior desarrollo de la agricultura hace cerca de unos 10000 años.
La dieta se compone de alimentos existentes en esa época y
que estaban a disposición de los humanos a base de carnes, pescados y mariscos
de la ribera, verduras, frutas, raíces, frutos secos y se excluyen de la dieta
las legumbres, los cereales, los productos lácteos así como los azucares, la
sal y todos los aceites procesados.
En la actualidad, estos productos, básicos en la alimentación
humana, se han sustituido en gran medida
por hidratos de carbono, cereales, azucares refinados, productos lácteos
pasteurizados y subproductos adulterados para la conservación y manipulación en
su posterior reparto y venta.
Nuevos estudios en nutrición pretenden demostrar que estos
cambios en nuestra alimentación plantean nuevas enfermedades, como los
innumerables problemas de alergias a diferentes alimentos, síndrome de
intestino irritable, intestino permeable y todos los problemas de salud
asociados.
El intestino permeable es la condición que ocurre cuando se
desarrollan espacios entre las células que conforman la membrana que recubre la
pared intestinal. Estos “agujeros”, aunque ínfimos en tamaño, permiten que
algunas sustancias como alimentos no digeridos, desperdicios metabólicos y
bacterias, escapen por el torrente sanguíneo u otras vías intercelulares
creando colonias de bacterias indeseadas y provocando diversas inflamaciones
así como alteraciones en el sistema inmunológico
al crear confusión en el cuerpo de manera que se ataque a sí mismo como si
fuera el enemigo (autoinmunidad).
A menudo, el síndrome de intestino permeable se asocia a una
alteración del intestino llamada enfermedad de Crohn y/o enfermedad celíaca
aunque algunas personas que gozan de buena salud pueden tener diversos grados
de permeabilidad intestinal y sufrir variedad de síntomas como estreñimientos
pertinaces, diarreas, cansancio, dolores en articulaciones, dolores abdominales
etc.
La mayoría de las dietas actuales contemplan que los cereales
son una parte importante en la pirámide alimenticia al proporcionarnos
importantes nutrientes y fibras necesarios para el normal funcionamiento de
nuestro cuerpo. Sin embargo, se pretende demostrar en novedosos estudios de un
gran número de expertos en alimentación humana que nuestro cuerpo no está
diseñado para comer granos (cereales), siendo por lo tanto dañino para el
sistema digestivo.
La explicación a esta hipótesis consiste en alegar que los
granos, los cereales, son semillas de nuevas plantas y, para que no acaben en
las panzas de los depredadores animales, están protegidas por sustancias
tóxicas.
Una de estas sustancias es la gliadina, proteína principal
inmunotóxica encontrada en el gluten del trigo. Esta proteína proporciona al
pan de trigo su textura y su capacidad de aumentar la producción de la proteína
intestinal zonulina, que a su vez abre espacios en las coyunturas normalmente
estrechas entre las células intestinales (enterocitos).
Con la enfermedad celiaca, nuestro cuerpo forma anticuerpos
que causan un daño autoinmune severo a las superficies delicadas del intestino.
Otro elemento que contienen los cereales son las lectinas,
mecanismo clave mediante el cual las plantas se autoprotegen para no ser
comidas, las concentraciones más elevadas de esta sustancia se encuentra en las
semillas, siendo éstas los “bebes” de las futuras plantas, asegurando así la
continuidad de su especie.
Cuando los animales consumen alimentos que contienen
lectinas, pueden experimentar irritación digestiva además de diversos problemas
de salud. El grado en que los efectos secundarios aparecen depende en gran
medida del tiempo en que las especies han tenido que co-evolucionar consumiendo
este tipo de alimentos.
Por nuestra parte, los humanos hemos consumido cereales
durante aproximadamente 500 generaciones por lo que aún sufrimos más que otros
animales como roedores, algunos mamíferos y pájaros que llevan miles de
generaciones consumiéndolos y adaptando su sistema digestivo y su cuerpo a este
tipo de alimentación.
Parece ser que el pan de trigo (Triticum aestivum) tiene un
papel importante en los efectos secundarios inducidos por la lectina, debido a
que es una forma relativamente nueva de trigo y contiene germen de trigo aglutinina
(WGA, siglas en inglés), lectina particularmente problemática y resistente,
teniendo en cuenta que no se elimina a través de la germinación y se encuentra
en altas concentraciones en el trigo integral.
Algunos estudios indican que tiene el potencial de contribuir
a una gran variedad de efectos de salud secundarios, además de inflamación y daño en el tracto intestinal.
Según afirmaciones del Dr.Cordain:
“Las cualidades
nutricionales de los alimentos modernos procesados y alimentos introducidos durante
el Neolítico son discordantes con nuestro genoma antiguo y conservados. Esta
discordancia genética en última instancia, se manifiesta como diversas
enfermedades crónicas, que han sido denominadas como “enfermedades de la
civilización”. Mediante la reducción severa o eliminación de estos alimentos, reemplazándolos
por una alimentación más saludable, que poseen cualidades nutricionales en
concordancia con lo que comían nuestros antepasados, es posible mejorar la
salud y reducir el riesgo de enfermedades crónicas”
Para los panaderos, panarras y amigos del pan en general se
nos plantea un duro dilema: “¿pan o no pan?”.
Existen alternativas, algunas de ellas no suponen un cambio
tan radical en nuestra alimentación con pan. Para los celíacos, en la
actualidad hay multitud de harinas elaboradas con frutos secos y otros cereales
que no poseen gluten en su composición y que representan la única alternativa
al pan de trigo.
Para los que no tienen problema con el gluten y/o las
proteínas del trigo, existen variedades de trigo antiguas, no contaminadas por
la manipulación de los transgénicos como el trigo Khorasán o trigo persa,
variedad de grano muy grande con un ligero sabor a nuez, apta para la
elaboración de pan así como dulces, pastas y bizcochos.
Pan elaborado con harina de trigo persa |
En los análisis de esta variedad se muestra una concentración
de entre un 20 y un 40% mayor de proteínas, hasta el doble de lípidos y de
algunas vitaminas como la B1 y B2, incluso, cinco veces más de niacina
(vitamina B3) y vitamina E, y entre dos y cuatro veces más densidad de
minerales como el calcio, potasio, magnesio, fósforo y hierro, en comparación
con el grano de trigo blando que se emplea de forma tradicional en panadería y
repostería industrial.
Comentario
nutricional
Desde Lamardecuina,
queremos hacer hincapié en que este tipo de alimentación o dieta particular tiene
puntos contradictorios con la conocida Dieta Mediterránea, uno de ellos por
ejemplo, el pan junto con el resto de cereales forman la base de la
alimentación.
Sin embargo, es cierto que todos los temas relacionados con
la salud evolucionan diariamente, y personal sanitario e investigadores trabajan
conjuntamente para encontrar la solución en la prevención y tratamiento de las
patologías.
En el caso de la nutrición, existen dos conceptos que
representan el futuro de la nutrición; la nutrigenómica y la nutrigenética (ver
enlace). Quizás, la Dieta Paleolítica, aunque hace años que se estudia, estaría
en la misma línea, es decir, un mismo patrón alimentario podría no ser
beneficioso para todos por igual, ya que nuestros genes y los factores diversos
ambientales que nos rodean son totalmente únicos y diferentes.
Aquí os dejamos el video del programa “Redes”, de Eduard
Punset, donde se profundiza en el tema de la nutrigenómica y la nutrigenética
entrevistando a José María Ordovás, Doctor en Bioquímica por la
Universidad de Zaragoza y miembro del Institute
of Medicine’s Food and Nutrition Board of the National Academies y del comité
de expertos en nutrigenómica de la Life Sciences Office, Center for Emerging Issues
in Science (CEIS).
Madre, cuánta información!
ResponderEliminarEl trigo persa me ha recordado a la escanda asturiana, también es una variedad muy antigua y sabe a nuez.
Te quería comentar que te envié un e-mail y parece que no te ha llegado; bueno, te lo repito aquí, te pedía perdón porque creo que estuve poco afortunada en el comentario sobre el pan de otoño, tuviste el detalle de ofrecerte para ayudar a quien quisiera aprender, cosa que valoro mucho sabiendo además que eres de una familia con tradición panadera y sólo se me ocurrió decir que no me parece tan difícil, en fín, cuando me ponga a hacerlo seguro que no pensaré lo mismo; siempre se me olvida comprar las uvas pasas, he pensado también echarle un poco de azúcar, a ver qué sale, hasta la leída!
Hola! Bueno, creo que el comentario al que haces referencia no tiene nada de especial. No hay nada que perdonar así que quédate tranquila. Si de verdad te animas con el pan no dudes en consultar cualquer cosa. Tengo una entrada de la elaboración de pan con trigo persa. El pan es delicioso pero la harina es muy cara, y más la que uso yo comprada en "La grana", una empresa de productos ecológicos catalana. Aunque si se puede, consumir estos productos es invertir en salud. Eso mismo y..saludos, amiga!
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