El dios Pan |
Como estudiante de letras que fui en mis años de mocedad, conocía algunas historias y leyendas de la mitología griega que, pese a todo, era de las cosas que más me gustaba leer y estudiar. Pero no fue hasta hace unos días, buscando por internet recetas, apuntes, experiencias de otros y demás artículos relacionados con el pan que, sin pretenderlo, me encontré con esta bonita historia, la de un Dios de apariencia medio hombre medio animal de nombre Pan, que, creo, no tiene nada que ver con el pan de trigo, el que comemos cada día, pero me pareció tan bonita que decidí incluirla en el blog para que pudieran conocerla los seguidores de este pequeño espacio.
Como decía, el dios Pan tenía un aspecto mitad humano mitad animal del género caprino. Lo cubría una espesa mata de pelo, y sus piernas no eran piernas, sino robustas patas finalizadas en pezuñas hendidas. De su frente partían dos cuernos que daban un aire bestial a su rostro, el cual, sin embargo, adquirió con el tiempo una expresión de taimada astucia.
Según la versión más difundida de entre las muchas existentes acerca de su origen, se cuenta que Hermes, dios mensajero, hijo de Zeus y de la pléyade Maya, tuvo que servir a un mortal, Dryops, uno de los numerosos hijos de Príamo, rey de Troya. Su tarea era la de cuidar de los rebaños de ovejas y esquilarlas cuando era necesario.
En esto que el dios se enamora de la hija de su señor, Penélope, y para seducirla se convierte en cabra. De esta unión nació Pan. Tal vez esta fue la razón por la que aquel bebé vino al mundo con cuernos, barba de chivo, orejas puntiagudas, patas de cabra y todo cubierto de pelo. La comadrona quedó tan horrorizada que salió huyendo hacia las montañas a toda velocidad. Entonces Hermes cogió a su hijo, lo envolvió en pieles calientes de liebre y se lo llevó al Olimpo.
Como decía, el dios Pan tenía un aspecto mitad humano mitad animal del género caprino. Lo cubría una espesa mata de pelo, y sus piernas no eran piernas, sino robustas patas finalizadas en pezuñas hendidas. De su frente partían dos cuernos que daban un aire bestial a su rostro, el cual, sin embargo, adquirió con el tiempo una expresión de taimada astucia.
Según la versión más difundida de entre las muchas existentes acerca de su origen, se cuenta que Hermes, dios mensajero, hijo de Zeus y de la pléyade Maya, tuvo que servir a un mortal, Dryops, uno de los numerosos hijos de Príamo, rey de Troya. Su tarea era la de cuidar de los rebaños de ovejas y esquilarlas cuando era necesario.
En esto que el dios se enamora de la hija de su señor, Penélope, y para seducirla se convierte en cabra. De esta unión nació Pan. Tal vez esta fue la razón por la que aquel bebé vino al mundo con cuernos, barba de chivo, orejas puntiagudas, patas de cabra y todo cubierto de pelo. La comadrona quedó tan horrorizada que salió huyendo hacia las montañas a toda velocidad. Entonces Hermes cogió a su hijo, lo envolvió en pieles calientes de liebre y se lo llevó al Olimpo.
Hermes:el dios mensajero |
Allí lo presento a todos los dioses quienes decidieron ponerle el nombre de Pan (“pan” significa “todo”). La criatura se convirtió en la diversión del lugar por las bromas pesadas que gastaba y era especialmente querido por Dionisio. Pan era el dios de todo aquello que está relacionado con la vida pastoril. Le encantaba la música e inventó la siringa, como más adelante veremos, de la que era un auténtico virtuoso.
Aparte de su afición por la música, Pan tenía otros “hobbies”: el de espiar a las pobres ninfas y el de asustar a cualquier desdichado en medio de la soledad del bosque y más si le había interrumpido la siesta.
Justo de esta última y divertida actividad proviene la palabra “pánico”. Como decía, bien por elección o porque su naturaleza especial le inclinaba a ello, vivió al margen del Olimpo, haciendo de los bosques, las cuevas y las fuentes de la Arcadia su hogar. Ninguna guerra, humana o divina, contó con su participación, por mucho que algunos se empeñen en decir lo contrario. Pan nunca escuchó los lamentos de los héroes ni les ayudó a realizar sus vanas ambiciones. Solo los pastores y los cazadores podían obtener su auxilio.
En los bosques de la Arcadia, llevaba una vida tranquila y placentera. Hasta la llegada del mediodía cuidaba de sus rebaños, sus animales y sus colmenas. Entonces se echaba a dormir bajo la sombra de un árbol o al frescor de una fuente, y pobre de aquel que le despertase durante su siesta. Por las tardes, se escondía entre la vegetación con prodigioso sigilo para espiar a las ninfas, o las perseguía aprovechando su extraordinaria capacidad para correr y saltar por los peñascos. En realidad, estaba siempre invitado a las fiestas que organizaban.
A pesar de su aspecto semi-animal, Pan fue un seductor de ninfas. Entre sus víctimas se contaron Eco (la futura enamorada de Narciso), Eufema (la nodriza de las Musas) y Selene, a la que engañó disfrazándose con una piel de cabra e invitándola después a que montase en su grupa. Se jactaba además de haber copulado con todas las Ménades, las ebrias asistentes de Dionisio.
Aparte de su afición por la música, Pan tenía otros “hobbies”: el de espiar a las pobres ninfas y el de asustar a cualquier desdichado en medio de la soledad del bosque y más si le había interrumpido la siesta.
Justo de esta última y divertida actividad proviene la palabra “pánico”. Como decía, bien por elección o porque su naturaleza especial le inclinaba a ello, vivió al margen del Olimpo, haciendo de los bosques, las cuevas y las fuentes de la Arcadia su hogar. Ninguna guerra, humana o divina, contó con su participación, por mucho que algunos se empeñen en decir lo contrario. Pan nunca escuchó los lamentos de los héroes ni les ayudó a realizar sus vanas ambiciones. Solo los pastores y los cazadores podían obtener su auxilio.
En los bosques de la Arcadia, llevaba una vida tranquila y placentera. Hasta la llegada del mediodía cuidaba de sus rebaños, sus animales y sus colmenas. Entonces se echaba a dormir bajo la sombra de un árbol o al frescor de una fuente, y pobre de aquel que le despertase durante su siesta. Por las tardes, se escondía entre la vegetación con prodigioso sigilo para espiar a las ninfas, o las perseguía aprovechando su extraordinaria capacidad para correr y saltar por los peñascos. En realidad, estaba siempre invitado a las fiestas que organizaban.
A pesar de su aspecto semi-animal, Pan fue un seductor de ninfas. Entre sus víctimas se contaron Eco (la futura enamorada de Narciso), Eufema (la nodriza de las Musas) y Selene, a la que engañó disfrazándose con una piel de cabra e invitándola después a que montase en su grupa. Se jactaba además de haber copulado con todas las Ménades, las ebrias asistentes de Dionisio.
Pan y Siringa |
Pero Pan sufrió también fracasos amorosos: no pudo obtener a las ninfas Pitis y Siringa, por mucho que las persiguió. Para huir de su acoso, la primera se transformó en pino y la segunda en cañaveral. Del pino que había sido Pitis, Pan tomó una rama con la que se confeccionó una sencilla corona, del cañaveral cogió una caña con la que fabricó la primera flauta de las conocidas como “Flautas de Pan” o “siringas”, la cual posteriormente Hermes copiaría para vendérsela a Apolo haciéndola pasar como propia.
Flauta de Pan |
En otra leyenda se cuenta que cuando Deméter (nombrada en otro artículo del pan de trigo), afligida por el rapto y violación de su hija Perséfone, se encerró durante largo tiempo en las profundidades de una cueva. Cuando la tierra comenzó a secarse y a dejar de dar frutos, los dioses vieron peligrar la vida de todos los seres vivos, incluida la raza humana. Se sentían impotentes y desesperados porque ninguno de ellos sabía dónde podía estar Deméter.
Durante una de las muchas cacerías que emprendía Pan, una le llevó hasta el monte Elaios. Allí reconoció enseguida la figura de una mujer vestida de negro que lloraba sin cesar, dentro de una cueva. Era Deméter. Pan enseguida se lo comunicó a Zeus quien envió a las Moiras a consolarla y convencerla de que volviese a la superficie para restablecer el equilibrio en la tierra.
Durante una de las muchas cacerías que emprendía Pan, una le llevó hasta el monte Elaios. Allí reconoció enseguida la figura de una mujer vestida de negro que lloraba sin cesar, dentro de una cueva. Era Deméter. Pan enseguida se lo comunicó a Zeus quien envió a las Moiras a consolarla y convencerla de que volviese a la superficie para restablecer el equilibrio en la tierra.
Deméter y Perséfone |
Pan es uno de los pocos dioses que han muerto, o, al menos, eso es lo que una misteriosa voz surgida del mar anunció al marinero Tamo mientras este viajaba hacia Italia: “Tamo, ¿estás ahí? Cuando llegues a Palodes encárgate de anunciar que ha muerto el gran dios Pan”. Plutarco recoge la noticia en Por qué callan los oráculos, pero su veracidad no está del todo clara. Algunos acusan al egipcio Tamo de haber cometido un error de traducción, y Pausanias, quien viajó por Grecia cien años después que esto sucediese, asegura haber hallado todavía multitud de templos y cuevas consagrados a él.
Se cree que Pan sigue vivo en forma de una fuerza poderosa presente en la Madre Naturaleza.(Fuente: Sobreleyendas. Mitología griega)
Se cree que Pan sigue vivo en forma de una fuerza poderosa presente en la Madre Naturaleza.(Fuente: Sobreleyendas. Mitología griega)
El Olimpo de los Dioses |
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