Mejillones a la marinera |
Ricos en minerales y proteinas estos humildes moluscos nos pueden alegrar una comida preparándolos de variadas maneras. Gustan a todo el mundo, no solamente a los humanos. Cuando era crio, con seis o siete años, me juntaba con todos los de mi edad del pueblo (era un lugar pequeño), siete u ocho en total y nos solíamos ir a la playa a jugar. En verano nos pasábamos el día entero en el mar y casi todos los días recogíamos un puñado de mejillones, conchas, cangrejos y algún que otro pulpito que llevábamos a casa con ilusión para que las mamás lo cocinaran.
Allí donde había mejillones solía estar el pulpo cerca. Era fácil de adivinar por la cantidad de conchas de erizos, de mejillones etc., que dejaba en la entrada de su madriguera.
Por aquel entonces venían muy pocos veraneantes de vacaciones (antes se les llamaba así), nos conocíamos todos, las playas incluso en pleno mes de agosto estaban prácticamente vacías. Las rocas estaban llenas de vida de todo tipo: cangrejos, conchas, erizos, pulpos, limones de mar, pepinos (también de mar), caracolas, algas de todos los colores, peces de todos los tamaños y formas y por supuesto alfombras gigantescas de mejillones que eran grandes filtros marinos que depuraban el agua. Pisabas el fondo de arena y salía una sepia de debajo del pié, o un lenguado.
Todo aquello ya forma parte de la historia y los recuerdos. Ahora, las rocas están peladas, por no haber no hay ni algas.
No se ven bancos de peces nadando en paralelo a las rocas buscando comida. Afortunadamente aún podemos saborear este tipo de molusco gracias a los criaderos, fábricas dedicadas al cultivo de estos y otros “productos del mar”.
Podemos acercarnos al mercado de nuestra ciudad y comprar en algún puesto de pescados 1-2 kg de estos sabrosos y baratos habitantes marinos. Si son muy frescos solamente abiertos al vapor y aliñados con una gota de limón resultan exquisitos.
Hoy los vamos a preparar con una salsa, de esta forma los podemos acompañar con un poco de pan para mojar y tener un segundo plato.
Ingredientes para 4 personas:
Allí donde había mejillones solía estar el pulpo cerca. Era fácil de adivinar por la cantidad de conchas de erizos, de mejillones etc., que dejaba en la entrada de su madriguera.
Por aquel entonces venían muy pocos veraneantes de vacaciones (antes se les llamaba así), nos conocíamos todos, las playas incluso en pleno mes de agosto estaban prácticamente vacías. Las rocas estaban llenas de vida de todo tipo: cangrejos, conchas, erizos, pulpos, limones de mar, pepinos (también de mar), caracolas, algas de todos los colores, peces de todos los tamaños y formas y por supuesto alfombras gigantescas de mejillones que eran grandes filtros marinos que depuraban el agua. Pisabas el fondo de arena y salía una sepia de debajo del pié, o un lenguado.
Todo aquello ya forma parte de la historia y los recuerdos. Ahora, las rocas están peladas, por no haber no hay ni algas.
No se ven bancos de peces nadando en paralelo a las rocas buscando comida. Afortunadamente aún podemos saborear este tipo de molusco gracias a los criaderos, fábricas dedicadas al cultivo de estos y otros “productos del mar”.
Podemos acercarnos al mercado de nuestra ciudad y comprar en algún puesto de pescados 1-2 kg de estos sabrosos y baratos habitantes marinos. Si son muy frescos solamente abiertos al vapor y aliñados con una gota de limón resultan exquisitos.
Hoy los vamos a preparar con una salsa, de esta forma los podemos acompañar con un poco de pan para mojar y tener un segundo plato.
Ingredientes para 4 personas:
- 1,5-2 kg de mejillones (buscar los del delta del Ebro, son muy sabrosos y pequeños, sino los gallegos)
- 1 cebolla
- 1 tomate maduro
- 1 diente de ajo
- 250 ml de vino blanco
- Pimienta negra molida
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- Perejil fresco picado
- Aceite de oliva virgen
Lo primero que haremos es limpiar los mejillones rascándolos por fuera con una puntilla y le quitaremos los filamentos o pié.
En cacerola grande (abultan mucho) calentaremos 3-4 cucharadas de aceite de oliva y rehogaremos la cebolla y el ajo picado fino durante 10 minutos removiendo a menudo.
Cuando la cebolla esté transparente añadiremos el tomate picado fino, seguiremos rehogando durante 6-7 minutos. Añadiremos el pimentón, un poco de pimienta y el vino y en cuanto rompa a hervir echaremos los mejillones, taparemos y esperaremos que abran. Una vez abiertos los escurriremos y reservaremos el caldo de la cocción. Pondremos este caldo de nuevo al fuego y lo reduciremos durante 4-5 minutos. Rectificaremos el punto de sal y lo verteremos sobre los mejillones, espolvorearemos con el perejil picado y ya estará listo nuestro plato.
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