Los calabacines son el fruto de una planta rastrera de la familia de los melones y las sandias (cucurbitáceas) que en algunos casos puede alcanzar medidas desproporcionadas.
Se utilizan tanto en crudo para ensaladas y zumos como en rellenos de carnes y pescados o simplemente rehogados y posteriormente gratinados como en la receta de hoy.
Resulta muy agradable al paladar y al tener un sabor bastante neutro lo podemos combinar con multitud de platos. Además también se utilizan sus flores muy grandes y vistosas.
En su composición la mayor proporción le corresponde al agua por lo que al cocinarlo mermará y debemos calcular por encima de su peso.
Para preparar esta receta necesitamos:
Flores y frutos |
- 3-4 calabacines medianos (cuantos más pequeños más tiernos)
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- Aceite de oliva virgen
- Sal y pimienta
- Salsa bechamel
- Queso rallado
Picamos la cebolla bien fina, salpimentamos y en sartén con 4 cucharadas de aceite la rehogamos junto con el ajo también picado fino hasta que esté transparente. Cortamos los calabacines en rodajas finas y los añadimos a la sartén, le daremos fuego vivo para que el calabacín suelte buena parte del agua removiendo continuamente.
En cinco minutos de salteado y no quede jugo en la sartén estará al dente, momento en el que lo pondremos en una fuente de horno, barro, pírex o metal, le pondremos por encima una capa de bechamel, otra de queso rallado (la clase de queso a gusto de cada uno) para gratinar y lo introduciremos en el horno precalentado a 200º, a media altura durante 15-20 minutos.
Pasado el tiempo, en cuanto despunte un tono doradito ya estará listo para servir.
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